Comentarios a vuelo de pájaro
SI escucharon ayer el largo mensaje de Dina y lo hicieron sin cabecearse ni bostezar queda claro que estaría demás que volvamos a repetirles lo que ya saben. Se salvan de la monotonía adonde llevan los lugares comunes y las cantinelas algunos entretenidos detalles que relampaguearon en el discurso mismo y en el entorno que le hizo compañía.
º PARA empezar, fue el mensaje presidencial más extenso de los que se hayan escuchado hasta ahora en los últimos años o desde la época de Alberto Fujimori. Fue un discurso de 79 páginas leídas en cinco horas. El anterior fue más corto. Pero ambos, el de ayer y el del 2023, siguen aventajando a los pronunciados por Fujimori en 1991 (50 páginas), por Pedro Pablo Kuczynski en 2016 (7 páginas) y por Martín Vizcarra en 2018 (27 páginas). Sin superar, retrocediendo mucho más atrás, a los que llegó a pronunciar en su época Manuel Prado Ugarteche que gobernó al Perú dos veces, entre 1939 y 1945 y entre 1956 y l962. En el segundo año de su segundo gobierno, Manuel Prado leyó un discurso larguísimo, de 212 páginas., que fue su marca más alta en ambos mandatos, según fuentes históricas.
º A su llegada al Parlamento, Dina debió percibir, al ojo, la escasa concurrencia de congresistas. La mayoría seguramente no quiso interrumpir las vacaciones que se está tomando. ni los feriados por Fiestas Patrias que vinieron a sumarse para hacer más placenteras aquellas semanas de relajo. Nunca antes se vio una ausencia de ese tamaño por más que se diga que los tiempos cambian, y si éstos tienen que cambiar que lo hagan por algo mejor
º POR eso es que ayer el hemiciclo lució casi vacío, y mientras Dina pronunciaba su mensaje a la nación, ni su ministro de Relaciones Exteriores, Javier Gonzáles-Olaechea, ni su hermano, Nicanor Bolouarte, que también se hallaba presente allí, pudieron resistir el apremio impertinente de ceder y dejarse envolver, aunque sea por algunos minutos, por el embotamiento que provocaba el discurso de la presidenta. A ambos se les vio dormitar, dar cabeceadas, mientras Dina hablaba in extenso y sin un norte claro ni definido. El suyo fue un mensaje soporífero y vacío.
º AHORA quiere cambiarle el nombre al ministerio del Interior. Rebautizarlo con este otro: ministerio de Seguridad Pública. Como si el cambio de nombre obrase como una varita mágica -los romanos la llamaban también vírgula divina- y creer que, con ella y a su unísono y tal como sucede en los cuentos infantiles, se logrará hacer desaparecer en un cerrar de ojos ese espanto de la inseguridad ciudadana que acosa cada vez más a los peruanos. A éstos, o Dina ha pretendido tomarles el pelo de tontos o ha querido pegarsela con ellos de ilusinionista.
º ELLA también quiere crear un nuevo ministerio. El de Infraestructura. ¿Para qué? Si ya existe el de Vivienda. Y para qué sembrar más burocracia sabiendo que ésta actúa como caldo de cultivo para desparramar corrupción, abrirle las puertas al despilfarro y empotrar ineficiencia. ¿Eso es lo que desea Dina? Lo cierto es que, en este tedioso mensaje a la Nación, Dina estuvo pesadísima y sin tener nada sustancial que decirle al país y, a ratos, perdiéndose en menudencias.
º MADURO volvió a ganar, si a eso se llama ganar, las elecciones presidenciales celebradas ayer en Venezuela, una nación que amaneció hoy desconsolada, exasperada y desesperanzada, y con un futuro todavía más incierto después de un cuarto de siglo de chavismo y seis años más de lo mismo por delante, y todo eso bajo la sombre de una satrapía encarnada en ese mofletudo personaje llamado Nicolás Maduro.
º LOS países de la región, principalmente Chile, gobernado por un presidente izquierdista, y el nuestro, que tampoco se está quedando atrás y cuya mandataria no es ahora ni chicha ni limonada, hablando políticamente, y, además de ellos, España la Unión Europea y Estados Unidos, todos, sin excepción, le han puesto serios reparos a esos resultados electorales que oficializan el triunfo de Maduro y ponen detrás de él a su principal contendor y candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia. Piden también la verificación de los mismos para estar seguros y despejar dudas. Pues, las aprensiones de los venezolanos, y de todo el mundo fuera de su país y a lado de ellos en estas horas cruciales para Venezuela, apuntan a la sospecha de que ese triunfo no le pertenece a Maduro sino a González Urrutia. Lo más probable es que, en esto, no haya vuelta atrás y Maduro se quede, como si no hubiese pasado nada, con su fraudulento triunfo. ¡Qué desdicha!
HASTA MAÑANA