Arzobispo preside Tricentenaria Festividad en el Valle del Chira.
La mañana de ayer, día central de la festividad del Santo Patrono, los fieles de la Parroquia “San Francisco Javier” de Querecotillo y un gran número de devotos del “Señor de la Buena Muerte de Chocán”, se reunieron en su Santuario para participar de la solemne Misa de fiesta, que fue presidida por nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., y concelebrada por el R.P. José Anselmo Chero More, Rector del Santuario, quien estuvo acompañado de varios sacerdotes de esta querida Vicaría Episcopal.
Estuvieron también presentes las principales Autoridades civiles y militares del distrito, así como los miembros de la Sociedad “02 de Febrero”, fieles devotos del Señor de Chocán y una multitud de peregrinos que han llegado hasta al Santuario en muchos casos acompañados de sus menores hijos luego de haber recorrido grandes distancias soportando el calor y la lluvia, para agradecer al Señor por sus innumerables bendiciones y rogarle su compañía y protección.
Dejarnos tocar por el amor de Cristo Crucificado
Durante su homilía, nuestro Pastor dijo: “Queridos hermanos, al mirar el rostro del Señor, al contemplar la Cruz del Cristo de Chocán, descubrimos el gran amor que Dios nos tiene y nos sentimos confortados por Él. Hoy nuestros ojos llenos de fe y amor contemplan agradecidos al Señor de Chocán, quien, con sus brazos abiertos de par en par, quiere acogernos y bendecirnos, quiere darnos el abrazo de su amor que todo lo perdona y que todo lo hace nuevo. Nunca olvidemos que la Cruz de Jesús es la inclinación más profunda del amor de Dios hacia nosotros, es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de nuestra vida. Por medio de la Cruz de Cristo el demonio ha sido derrotado, el pecado y la muerte han sido vencidos. Por eso hoy le podemos decir al Señor de Chocán: ¡Tú eres nuestra única esperanza! Así como los hijos de Israel en su peregrinación por el desierto al contemplar el estandarte de bronce quedaban curados de las mordeduras de las serpientes, así nosotros si contemplamos con fe la Cruz y nos acercamos arrepentidos y con propósito de enmienda a la confesión, somos curados de la mordedura de muerte del demonio que es el pecado. Dejémonos tocar por el amor de Cristo Crucificado. Sólo este amor es capaz de sanarnos y de curarnos de todas nuestras maldades por terribles que éstas sean, y hacer de nosotros personas nuevas. Que cada uno de nosotros se deje encontrar por el amor del Señor Crucificado”.