Crece la inseguridad ciudadana. La respuesta del Estado ha sido fuertemente criticada por su lentitud, ya que las medidas policiales no logran frenar el avance del crimen organizado. Y ahora, quién podrá salvarnos?.

En el Perú, la ola de delincuencia ha alcanzado niveles alarmantes, especialmente en Lima y otras ciudades importantes como Trujillo y Arequipa. La situación incluye una creciente problemática de extorsiones y sicariato, lo cual ha generado un clima de inseguridad generalizado.

A pesar del haberse extendido el Estado de Emergencia en 14 distritos de Lima, el impacto parece insuficiente para frenar los índices de criminalidad que siguen en aumento. Las acciones intentan limitar el accionar de bandas organizadas que, aprovechando la expansión de actividades económicas informales, operan en sectores claves con amenazas y cobro de cupos, especialmente en el transporte y el comercio.

Sin embargo, la sensación de inacción y los oídos sordos de parte del Gobierno frente a los reclamos motivaron que diversos gremios empresariales, principalmente de transportistas, salgan a las calles en una serie de paros en todo el país como medida de protesta.

Las cifras de extorsión y sicariato han dejado una profunda huella en la población, que percibe una falta de control sobre las bandas criminales que operan con impunidad. Estos delitos no solo afectan a grandes empresas, sino también a pequeños comerciantes, quienes son intimidados por criminales que buscan obtener ingresos ilegales a través de amenazas de muerte.

El sicariato, en particular, ha generado pánico en barrios donde la violencia extrema, antes asociada a zonas marginales, se ha trasladado al centro de la vida urbana. La respuesta del Estado ha sido criticada por su lentitud, ya que las medidas policiales no logran frenar el crecimiento del crimen organizado, mientras que la percepción de inseguridad sigue aumentando.

Más leídas