Henry Osorio, quien solía enseñar defensa personal en colegios, atravesaba una difícil situación en sus últimos años, dedicándose a la venta de turrones en las calles.

Una despedida fúnebre fuera de lo común ha generado revuelo y debate en las redes sociales. En el distrito de Chosica, un profesor de karate, Henry Osorio Hidalgo, fue velado de una forma totalmente atípica, sentado en una silla, embalsamado y con un libro en las manos, simulando su profunda pasión por la enseñanza.

La inusual ceremonia, que se llevó a cabo con el apoyo de la funeraria SERFUNSAC y primo del fallecido, buscó honrar el espíritu del maestro de artes marciales. Según explicó la funeraria, esta puesta en escena respondió a una última voluntad de la víctima.

"Nace de la petición del familiar, del último deseo del fallecido. Él decía: ‘el día que muera, quisiera que me velen sentado, no quiero estar dentro de un ataúd’”, detallaron los encargados a un programa matinal.

A pesar de las opiniones divididas en redes sociales, la funeraria aseguró que se cumplieron rigurosos protocolos sanitarios. El cuerpo fue embalsamado y desinfectado antes del velorio. "Si observan las imágenes, no hay ni una mosca alrededor. Al finalizar, el cuerpo se prepara nuevamente para ser colocado en el ataúd y proceder con el entierro”, afirmaron.

La solidaridad vecinal detrás del adiós
Detrás de la viralizada imagen, se esconde una historia de adversidad y solidaridad. Henry Osorio, quien solía enseñar defensa personal en la Institución Educativa José Antonio Encinas de Ricardo Palma, atravesaba una difícil situación en sus últimos años, dedicándose a la venta de turrones en las calles y enfrentando problemas de salud relacionados con el alcohol.

El profesor falleció la mañana previa a su velorio tras ser trasladado al Hospital Materno Infantil José Agurto Tello. Ante la ausencia de familiares directos que pudieran asumir la responsabilidad, existía la posibilidad de que sus restos terminaran en una fosa común o fueran cremados sin ceremonia alguna.

Fue gracias a la solidaridad de los vecinos, amigos y su primo, Roberto Carlos Amaya Morales, que se logró evitar este desenlace. El caso fue difundido a través de redes y un canal local (MIKA TV), solicitando apoyo urgente para cubrir los gastos.

Finalmente, el cuerpo fue trasladado a una cochera cercana al Mercado de Quirio, donde continuó el velorio de forma tradicional. Alumnos, vecinos y amigos pudieron despedirse. El cortejo fúnebre concluyó ayer lunes 29 de septiembre con su sepultura en el Cementerio de Nicolás de Piérola.

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