Vamos a empezar saludando a nuestros maestros. Ellos celebran su día hoy. La suya es una noble y dignísima profesión. Por eso es que me halaga tener una hija y una nuera dedicadas a este magisterio. Y veo que ambas lo hacen con la misma abnegación del resto. De los maestros que tuvimos, son imborrables en nuestros recuerdos aquellos que nos llevaron de la mano durante nuestro transito por esa etapa de descubrimientos y primeros aprendizajes en que se convierte la primaria. La estudié en una escuelita fiscal y en un pueblito adonde llegamos a vivir cuando comenzaba nuestra segunda infancia, y donde tuvimos que acostumbrarnos a alumbrarnos por las noches con lámparas de kerosene. Pues no había energía eléctrica. Aquél era, entonces, un pueblito polvoriento y triste, y que sólo se alegraba y sonreía los domingos. Nuestros inolvidables maestros fueron en aquellos años estos: don Heriberto Encalada, Carlos Ortiz, Pablo Palacios, Hugo Palacios, Pancho Rufino Méndez, Máximo Jiménez Romero y -¿cómo que no?- un maestro de maestros: don Tomás Echeandía Seminario. Que a todos ellos, Dios los tenga en su gloria.
Cambiando de tema, ayer decíamos que Piura no tenía la suerte de figurar entre las regiones más competitivas del país y, eso, debido a que las autoridades que tenemos, comenzando por el gobernador regional y detrás de él los alcaldes, con Madrid a la cabeza, no hacían nada, sobre todo el primero y el más llamado a hacerlo, por fortalecer estos seis pilares: entorno económico, infraestructura, salud, educación, institucionalidad y mercado laboral.
El problema de Neyra es que no tiene una visión de conjunto de las cosas que debe manejar, ni un concepto claro de lo que es desarrollo integral y sostenible. Y su precariedad, en ese sentido, se agrava más porque deja en evidencia otra carencia suya: la falta de buenos asesores a su alrededor. Gente que esté bien preparada para desempeñar dicho encargo y lo guíen, y no ese otro de chupamedias; una servidumbre que, además de humillante, es degradante y que le hace mucho daño a la misma gestión de Neyra y a la región.
En ésta hay necesidades muy urgentes por resolver. Sobre todo en los pueblos de la sierra y también en muchos de la costa. Haber dispuesto, como lo ha hecho Neyra, que más de la mitad del presupuesto del presente año del gobierno regional se quede en Piura para ser invertido, no tanto en la provincia sino en la ciudad capital, y en obras que cuestan un huevo de plata y que no son indispensables por el momento, y sólo para darle gusto a su primo Madrid, o para lamerse ambos como osos cuando ven miel, eso sí que es una desvergüenza y un insulto para el resto de la región.
Por si acaso, aquel informe que publicó el diario El Comercio de Lima el domingo pasado mostrando cuáles eran las regiones más competitivas del país y cuáles no, entre estas últimas Piura, tuvo como fuente una última medición hecha, al respecto, por el Instituto Peruano de Economía IPE, una entidad que por casi treinta años "ha venido impulsando -como ella misma dice- el debate de propuestas para mejorar las políticas públicas y el entorno económico, de modo que se logre el desarrollo económico equilibrado y la mejora en la calidad de vida de la población".
Como ven, IPE no es cualquier cosa.