Después de una semana pesada de trabajo, no hay momento más grato y placentero que salir a cenar con la familia. Y es más delicioso cuando se dirigen al restaurante favorito de todos.
Después de pedir y luego, iniciar la cena entre risas y una conversación entretenida, esta se ve interrumpida por la llegada de dos niñas venezolanas, pidiendo dinero.
A cualquier madre y persona que profesa el amor al prójimo, ver la cara de estas niñas pidiendo dinero para comer, toca su corazón. Pero, he aquí que en medio de darles la ayuda correspondiente, un comentario dicho por una persona del grupo familiar lo cambiaría todo.
Las niñas venezolanas después de recibir las monedas y pedir en otras mesas, se retiran del local. Unos minutos después, la familia feliz protagonista de este relato, vio interrumpida su cena por el ataque verbal de dos mujeres y un hombre venezolanos, por una ventana del local.
Parece ser que las niñas fueron y contaron a su madre lo que una señora les dijo: "qué barbaridad, pobre niñas. Cómo las mandan a pedir dinero y de seguro las madres bien sentadas más allá esperando el dinero" y la madre o persona encargada de cuidarlas, porque también así funcionan las cosas con estas personas, acompañada de dos compatriotas más, se fue prestísima a reclamar a la persona que dijo eso a las niñas, sin respetar nada ni a nadie. Menos al personal del restaurant que siempre está luchando por sacarlos de los alrededores.
No contentos con eso, amenazaron a la familia por abrir su boca y decir eso a las niñas. Que no les importaba y no sabían con quién se habían metido.
La familia, tuvo que retirarse despavorida, después de pagar su consumo oculta entre las mototaxis estacionadas afuera del local y quienes se quedaron rezagados, porque llevaban niños, se ocultaron en una tienda cercana hasta que los venezolanos, se fueron.
Los dueños del restaurante ven con tristeza cómo se van los clientes. No pueden hacer nada tampoco. Los venezolanos han asaltado la vía pública y alrededores y nadie puede decirles nada.
Quién nos protege realmente? Dónde está la Policía? Dónde está el control municipal? Dónde está el Estado, la Demuna que vela por los derechos de los niños explotados en la calle?
Nadie dice nada. Nadie hace nada. Y para la familia que pasó este desagradable momento no le quedaran más ganas de salir y menos, regresar a ese lugar. Viene la pregunta del millón y ahora, quién podrá salvarnos?