El sábado 23 de diciembre pasado, la inminente captura del exgobernador de Junín, Vladimir Cerrón, corrió como reguero de pólvora por todo el país. Unos periodistas anunciaron por sus cuentas de X que Cerrón iba camino a asilarse en la embajada de Bolivia, “según fuentes de la Policía”, decían.
La noticia hizo estallar las redes sociales. La ciudadanía esperaba que su ansiada detención fuera el mejor regalo de Navidad. Nada de eso sucedió. Lo ocurrido, por los hechos que aquí se describen, origina fundamentadas sospechas sobre la real búsqueda policial para capturar al líder de Perú Libre, sentenciado por corrupción y prófugo desde octubre pasado.
Veamos por qué. Horas después que se difundió la versión, un vocero de la Policía le declaró a El Comercio: “Ante la información de un inminente asilo en la embajada de Bolivia (o en la residencia del embajador boliviano Carlos Aparicio), desde el alto mando de la PNP se desplegó a efectivos policiales para tratar de bloquear su ingreso en estas sedes”.
Y el jueves pasado, el jefe de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), el general Óscar Arriola, ratificó esa versión: “Fue una información potente, por eso acá se trabajó Bolivia, México, Colombia y Cuba”.
La pregunta se cae de madura: ¿En qué país del mundo la Policía filtra a la prensa que un importante prófugo de la justicia está a punto de esconderse en determinado sitio? Una información de ese calibre se mantiene en el más absoluto secreto, si es que en realidad se quiere dar con el objetivo.
Un curtido policía de inteligencia me explica que lo ocurrido se debería a tres situaciones: Cerrón fue alertado intencionalmente, malos policías allegados a él se enteraron y filtraron la información o, simplemente, la Policía no tenía nada y soltó ese dato con la intención de decirle a la opinión pública “por si acaso, estoy buscando al prófugo”.
Hay otros detalles sorprendentes. El general Arriola dijo que, apenas tuvieron esa “información potente”, se desplegaron efectivos a las embajadas de Bolivia, México, Colombia y Cuba. En efecto, los locales de esas embajadas ahora están custodiados por patrulleros y efectivos policiales.
La pregunta obvia es: ¿Eso no se había hecho apenas el líder de Perú Libre pasó a la clandestinidad? Era evidente presumir que si Cerrón trataba de pedir asilo, dichos países eran y son los más adecuados, pues sus presidentes comulgan con su ideología izquierdista. Era tan elemental desplegar agentes de inteligencia vestidos de civil para evitar su ingreso a dichas sedes.
Es un hecho que en el interior de la Policía se protege a Cerrón. Los hilos, asimismo, alcanzan a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), también conducida por un policía. La misma presidenta Dina Boluarte dijo hace unos días: “Yo supongo que dentro de la Policía hay algunos que puedan estar dando cierta protección a este señor”. Aquí nos hacemos la pregunta del millón: ¿Quién es el padrino poli que esconde a ‘Vladi’?