¿Por qué los medicamentos tienen el valor que pagamos por ellos? La pregunta puede ser común, pero para la amplia mayoría no queda del todo claro. Por un lado, existen los genéricos, es decir, aquellos que deben igualarse a los de marca en cuanto a dosificación, seguridad, potencia y eficacia. Estos pueden ser elaborados tras el vencimiento de las respectivas patentes y por lo general son económicos.
El precio de los nuevos medicamentos, en cambio, suelen ser más elevados debido al largo, complejo y costoso proceso que implica su elaboración. Desde la investigación, pasando por estudios preclínicos y ensayos clínicos, hasta su llegada al lugar de venta -previa comprobación de su eficacia por los entes regulatorios- puede transcurrir en promedio de 10 a 15 años.
El desarrollo de un nuevo fármaco implica la ardua dedicación de profesionales con un alto nivel científico y de experiencia contrastada, pues solo uno entre miles de compuestos llegará finalmente al mercado. La inversión de los laboratorios farmacéuticos también resulta elevada, se habla de entre mil y dos mil millones de dólares para todo el proceso, pero depende de la especialización a la que va dirigida: oncología, endocrinología o trasplantes suelen ser los más complicados.
Ganancias en salud
A estas alturas, nadie duda que los medicamentos se han convertido en el arma más eficaz para combatir, paliar y curar enfermedades. Incluso su uso está directamente relacionado con el aumento de la esperanza de vida. Sin embargo, a pesar de los efectos positivos en la vida de las personas, el trabajo de la industria farmacéutica enfrenta algunos cuestionamientos y dilemas éticos.
Quizás el que más preocupa a los ciudadanos es la fijación de altos precios. Está claro que los laboratorios necesitan recuperar los costos de investigación y elaboración, pero en ese camino muchos pacientes de bajos recursos podrían no acceder a tratamientos esenciales. La controversia sobre la exclusividad de las patentes está directamente relacionada con el tema de los precios y ganancias de los laboratorios, tal como hace un par de años sucedió durante la pandemia de COVID-19.
Mientras estos y otros temas, como el uso de la publicidad para exagerar beneficios y subestimar riesgos de los fármacos, siguen en discusión se hace evidente la necesidad de un acuerdo entre todas las partes involucradas: laboratorios, profesionales de la salud, organismos reguladores y representantes de los pacientes para lograr un cambio que beneficie a todos.