Regiones recuerdan a sus seres queridos con particulares tradiciones durante el 1 y 2 de noviembre.

En el Día de Todos los Santos, los diferentes cementerios a nivel nacional reciben a miles de peruanos —cada 1 y 2 de noviembre— para visitar a sus seres queridos.

Cada región tiene una manera particular de recordarlos, pero casi todas coinciden en que estas fechas son más de alegría que de tristeza. En Piura, por ejemplo, aún se mantienen las tradiciones en algunos camposantos. Una de ellas son las velaciones que suceden en la noche.

Los familiares encienden velas para iluminar la lápida de su familiar difunto y ofrecerle oraciones y cantos. Otra costumbre que se da más en el Bajo Piura, es que los pobladores salen a repartir ‘angelitos’ —dulces elaborados a base de maíz, manteca, camote y chancaca— a otros menores que tengan aproximadamente la misma edad de su difunto niño. “Come en el nombre de mi angelito”, le dicen.

En el cementerio más antiguo de Arequipa, La Apacheta, los 150 mil visitantes que suelen acudir todos los años, llegan con ramos y coronas de flores papel y tela para dejarlos en las lápidas.

En Lima, el Día de Todos los Santos, es más una fiesta para compartir en conmemoración del fallecido. En el cementerio Nueva Esperanza de Villa María del Triunfo —el segundo más grande del mundo— más que lamentos se escucha el jolgorio de los familiares con música y bailes.

 

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