"Si queremos aprovechar el impulso del nuevo Jorge Chávez, las autoridades estatales necesitan actuar con eficiencia y sentido de urgencia. ¡Quien no ayuda, estorba señores!".

Hoy es un día histórico para el turismo. El nuevo Jorge Chávez inicia operaciones. Por fin el Perú cuenta con la gran puerta de entrada que corresponde a una potencia turística. La infraestructura es de última generación; diseñada con visión de futuro, pues está preparada para recibir hasta dos ampliaciones más. No es exagerado decir que tenemos aeropuerto para los próximos 50 años. Y en unos meses, cuando terminen los trabajos de mantenimiento en la anterior pista de aterrizaje, el Jorge Chávez estará equipado con dos pistas, lo que permitirá fijarnos la meta —¿por qué no?— de duplicar la cantidad de vuelos.

Se abren grandes posibilidades para el turismo, pero no podremos aprovecharlas mientras no mejoremos los aeropuertos regionales. Estos simplemente no están en condiciones de manejar mayor tráfico aéreo. Son un tremendo embudo que asfixia nuestras perspectivas de crecimiento.

El problema se viene arrastrando desde hace años en distintos niveles de gravedad. Hay aeropuertos inoperativos, como Jaén y Jauja; otros en situación crítica, como Yurimaguas y Andahuaylas, o sin luces de balizaje (lo que impide recibir vuelos pasadas las 5 p.m.), como Ayacucho y Huaraz. 

La mayoría carece de sistema de abastecimiento de combustible, factor clave para captar aerolíneas low cost. En varios no se pueden embarcar vuelos simultáneos al haber una sola sala de embarque. Mención aparte merece el Velasco Astete, nuestro segundo aeropuerto más importante, que está en total decadencia. Con decir que el terminal ni siquiera tiene rociadores contraincendios, ni luces de emergencia, ni alarma de evacuación. Equipamiento de seguridad básico que el Estado exige por ley a las empresas privadas, pero al parecer en casa de herrero cuchillo de palo.

¿Cuál es la gran traba para cerrar estas brechas? La burocracia e inoperancia estatal. Los aeropuertos concesionados llevan años esperando que les aprueben los proyectos de ampliación, pero el Estado no cuenta con suficientes funcionarios calificados para tramitar los expedientes en forma expeditiva. ¡En promedio demoran ocho años! Y los aeropuertos no concesionados dependen de la capacidad de gestión de Corpac para cualquier remodelación o mejora. El caso de Jaén es emblemático: más de dos años cerrado y el Estado aún no logra aprobar el presupuesto para remodelar la pista. Capacidad de manejo cero.

Si queremos aprovechar el impulso que nos trae el nuevo Jorge Chávez, las autoridades estatales necesitan actuar con eficiencia y sentido de urgencia y darle por completo, la oportunidad de oro al sector turismo. ¡Quien no ayuda, estorba señores!

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