La fecha del 5 de junio se adoptó para recordar la primera conferencia mundial sobre el tema que tuvo lugar en Estocolmo en 1972. Lo que por entonces parecía un tema erudito y una preocupación de países desarrollados, es hoy un eje fundamental de las políticas públicas.

Nos acercamos al fin de la legislatura y al inicio de juicios orales que tendrán un gran impacto sobre la vida política. El Congreso multiplica iniciativas sin el debido tiempo de reflexión ni las consultas pertinentes a especialistas y actores concernidos. 

Mientras tanto, las encuestas revelan consistentemente que la gran mayoría de la población no confía en las autoridades del Ejecutivo y menos aún en las del Congreso. En vez de cumplir con su deber de dar explicaciones y enfrentar las preguntas de la prensa, la presidenta Dina Boluarte parece encerrada en una burbuja que la protege y se desgañita para defenderla. 

En ese panorama incierto, no podemos privarnos de sentir satisfacción por los resultados de la encuesta de CPI difundida ayer. La radio aparece como el medio de mayor credibilidad. Pero al mismo tiempo reflejamos los grandes desafíos de nuestra época: la democracia, el desarrollo económico, la vigencia plena de valores como la libertad y la igualdad. 

Por eso, nos corresponde hoy destacar la importancia de la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente. La ONU ha propuesto que este año se destaque el tema de la vulnerabilidad de las tierras agrícolas y la generalización de sequías. Con glaciares que se reducen a simple vista y la selva amazónica amenazada por la desforestación, el Perú es un país particularmente vulnerable al calentamiento global. 

¿Escuchamos las voces que nos advierten sobre el estado del mundo que vamos a legar a los más jóvenes? Muy poco, son voces acalladas quizás por el espíritu de facción y las miradas de corto plazo.

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