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Lun, Dic

NO ACERTARON

NO ACERTARON

Piura
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AQUEL restaurante se llamaba “Río Piura”.

Para llegar a él bastaba cruzar, en dirección a Castilla, el puente Bolognesi y girar hacia la derecha y caminar unos cuantos metros más para aterrizar allí. Ese restaurante lo abrió una de las nietas de Miguel Correa o de José Miguel Correa Suárez, para ser más puntuales. Miguel Correa, por si lo hayan olvidado, es el autor de ese memorable vals que se titula “Desdeñosa” y que comienza así: “Si tú bien comprendes/ que tanto te quiero/ dime pues entonces/ porque me desdeñas”.
MIGUEL Correa compuso también estas otras inolvidables canciones: “Extravío” (“Que pena me da mirarte cuando te miro”), “Nunca me faltes amor” (“Nació en mi pecho el calor, / de un amor santo, / nunca me faltes amor, / te quiero tanto”) y “Mis últimas notas” (“Hacia ti vuela/ de mi guitarra el son/ Las últimas notas/ de mi corazón”; y este tondero: “Río Piura”. El título de esta última melodía se lo copió Conchito a su abuelo para bautizar así su restaurante.
DE paso hay que decir que Conchito Larrea convirtió su restaurante en un mentidero. La bohemia de Piura de aquel entonces se reunía allí con sus voces, sus guitarras y sus cajones, y sus gargantas, desde luego. Eran infaltables Pepe Feria, Miguel Seminario, el “Mote” Ramírez, Gabino Erquiaga, los hermanos Víctor y Raúl Mendoza, Miguel Ávalos, Antonio Ubillús y Alberto Chinchay. Estos tres últimos conformaban el grupo musical “Los Tacaleños” y disfrutaban cantando, cada vez que el respetable se los pedía, esta otra canción de Miguel Correa: “Ay Maruja”.
LO que vamos a decirles debió ocurrir en Piura en los 90. Hubo una veda entonces que casi hizo desaparecer el cebiche de pescado, un plato de presencia forzosa en el restaurante de Conchito. Cuando un sábado y a media jarana, sus contertulios le pidieron que les sirviera una fuente de cebiche, ella no dudó en ponerla. Con la condición de que después identificaran el pescado que se había utilizado para preparar ese cebiche. Nadie acertó.
EN realidad, lo que ellos habían comido, sin darse cuenta, era un cebiche, no de pescado, sino de pechuga de pollo, pero bien macerado y bien cortadito. Tanto así que parecía de pescado. Y las manos virtuosas que habían preparado ese cebiche eran las de Socorro, la mamá de Conchito e hija de Miguel Correa, y amante, como su padre, de la música nuestra.

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