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Mar, Sep

De esta Piura que ya fue

De esta Piura que ya fue

Piura
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NADIE estaría descubriendo la pólvora si se dijera que parte de la Piura de antes se ha ido para siempre.

Han desaparecido, por ejemplo, lugares que fueron muy emblemáticos para otras generaciones de piuranos, como el Puente Viejo, el antiguo malecón, la Mangachería, muchas de aquellas viejas casonas de la calle Lima y que le daban a ésta cierto abolengo mientras se mantuvieron en pie. Hasta la Casona de López Albújar, frente a la Plaza de Armas, desapareció.
TAMPOCO existen ya aquellas grandes tiendas que hubo en Piura, como las de don Alfredo Chunga, “La de no te desesperes visita a Eugenio Pérez” -este último también uno de los propietarios del antiguo tren Piura-Catacaos-, Gaspar Augusto, Almacenes Romero, Roberto Palma, Pysa y Schartman, entre otras.
TAMBIÉN agonizaron librerías como Lapicero de Oro, Lympsa, Emily, Lasa, Cultura y Chagman; y restaurantes como el Tres Estrellas, Torino, Orión, Montecarlo, el Copacabana, La Granja, El Cortijo, la Quinta Julia y la Quinta Seminario. Y el Brasil, en la avenida Grau.
IGUAL, Las Pencas en la avenida Progreso de Castilla. Desayunar en este lugar, sobre todo los domingos, era estupendo. Los mejores sabores de la comida huancabambina se degustaban allí. Lo comprobaron Fernando Belaunde, Alberto Fujimori y Alan García en las pocas veces que visitaron Piura ya siendo presidentes o para serlo.
LAS criadillas guisadas por el Cachetòn Castro en su establecimiento eran también memorables entonces. Un domingo, a comienzos de los 80, vimos llegar hasta aquí a José María de la Jara y Ureta, quien luego sería ministro del Interior en el segundo gobierno de Belaunde. Lo acompañaba Orlando Balarezo Calle, senador de la República en ese mismo periodo. Ambos eran militantes y dirigentes acciopopulistas.
Y qué del cebiche de conchas negras y la leche de tigre que ofrecía a diario, en su cebichería de la plaza Pizarro, Atilio Terranova, un tumbesino que decidió afincarse para siempre en Piura. O de la sopa de mondonguito que servía los lunes La Viuda en la avenida Loreto. O del tacu tacu de la Saperoco. O de ese humeante mondonguito que se preparaba en las madrugadas de los fines de semana a un costado del antiguo camal municipal, y que gente de amanecida iba desesperaba a buscarlo para terminar la noche con dicho plato.
Y aquí nos quedamos preguntándonos cuántas cosas hay todavía por contar de esa Piura que ya fue o que se fue o se fue.

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