FIDENCIO Bravo Jiménez murió en 1999, a los 69 años de edad, víctima de una bacteria que se alojó en su cerebro sin pedirle permiso, y con una salvaje agresividad que no tardó mucho en acabar con ambos.
Con Fidencio y con su cerebro. Fidencio había nacido en la parroquia ecuatoriana de Amaluza, pero se hizo peruano después de conocer y convertir en su mujer a Matilde Ríos Cumbiarachi, entonces una agraciada jovencita nacida en Zaña y catorce años menor que él. Lo suyo fue un amor a primera vista.
CON los años, ambos llegaron a tener siete hijos. Alimentarlos y verlos crecer fue una tarea que los absorbió por completo y que tampoco les dejaba tiempo para ponerse a pensar en casarse, como era el deseo de ella y de él, también. Aunque sea tardíamente. Y no porque no fueran felices estando así de convivientes. Lo eran. Y lo fueron desde el primer momento en que decidieron vivir juntos y tener hijos, pero prometiéndose que, de todas maneras, habría casorio.
CUANDO la muerte vino a llevarse a Fidencio, la viuda enterró también aquella promesa pendiente de casamiento que ambos se habían hecho después de conocerse, y que fueron posponiendo una y otra vez y año tras año. Sin imaginar que trece años después de la partida de Fidencio, ella vería cumplido ese sueño.
Y cuando esto se supo en el pueblo, de que la Matilde era ahora una mujer casada y que había pasado a dicho estado civil en la viudez y con el mismo Fidencio que hasta entonces sumaba ya 13 años de muerto, nadie lo creyó. Incluso, los más escépticos llegaron a tomar eso como una broma de mal gusto y como una falta de respeto a la memoria del difunto Fidencio. Lo cierto era que la Matilde había conseguido por fin casarse con él, no antes Dios, sino ante la ley.
SOCORRIDA por uno de sus hijos -Pedro-, con las partidas de nacimiento de todos ellos debidamente registradas y el testimonio oral de por lo menos una docena de vecinos corroborando de que ella y Fidencio se habían pasado toda una vida juntos, logró, tras dos largos años de insufribles y engorrosos papeleos, que el Poder Judicial le reconociera ese matrimonio civil post morten que ambos, ella y Fidencio, se merecían. Ahora han vuelto a estar nuevamente juntos.
HACE un año que Matilde también partió de este mundo.