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Vie, Jun

Que vengan nomás

Que vengan nomás

Sociedad
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DEJÓ de llover en Piura, pero no por eso la gente acá salta en una patita de contenta por haber dejado de llover. Vendrán más lluvias, se dice, y así éstas no lleguen -aunque ahora los meteorólogos se equivocan menos que antes en sus pronósticos- la sola notificación de lo primero ha sido suficiente para que el piurano se ponga pilas y se vuelva en casa más previsor de lo que era.


PORQUE tampoco es tan cierta la nota esa que pinta al piurano o lo prefigura como alguien que se deja ganar fácilmente por la indolencia. Don Enrique López Albújar, que no era piurano de nacimiento pero que sintió esta tierra como suya y se enganchó sentimentalmente con ella desde su infancia, lo creía.
EN Los caballeros del delito -si la memoria no falla- es donde López Albújar da por sentado que el supuesto carácter impasible del piurano lo terminan definiendo dos elementos muy omnipresentes en sus vidas: su desierto y ese sol abrasador de acá que convierte en calderos sus mediodías. Antes se decía, a manera de ocurrencia, que hasta un huevo arrojado sobre el asfalto podría freírse allí con aquel sol piurano en su hora punta.
SEGURAMENTE, influenciados por lo dicho por López Albújar, ese tema de aquella presunta apatía atribuida al piurano volvió a resurgir unos años después, a comienzos de los sesenta, como foco de una acalorada discusión en la que se vieron enfrascados algunas de las plumas más mentadas de aquel entonces, y que un socarrón Néstor Martos -contemporáneo de ellos y periodista de armas tomar- cortó con un “dejen de hablar cojudeces”.
LA duda que enfrentó a los contrincantes de esa polémica se centraba en esto: saber, para salir de incertidumbres, si en realidad el piurano era o no un ser ataráxico, que era la palabrita que iba y venía en ese duelo. Y que, para ellos, sonaba más culta. Pues, “lo del piurano dejado” les parecía, en esa discusión bizantina en la que se habían embotellado, una frase tosca por el adjetivo usado.
VOLVIENDO al comienzo y, como ya se dijo, en Piura ha dejado de llover. Las que no se han ido y se repiten todos los días, son esas tardes de cielos encapotados como presagio de lo que ya está anunciado: de que vendrán más lluvias. Aunque para gente curtida en lluvias, como los piuranos, que vengan nomás.

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