Ilià Repin: el pintor modelo del realismo socialista.

Ilià Repin: el pintor modelo del realismo socialista.

Arte
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Con su primera obra maestra, La resurrección de la hija de Jairo, ganó la medalla de oro de un concurso de la Academia

Y con ella una beca para estudiar en Francia e Italia. Así es como Repin vivió en París, donde recibió la influencia de los impresionistas, lo que influyó decisivamente en su forma de usar la luz y el color. Sin embargo, su estilo continuó siendo más afín al de los maestros de la vieja escuela, especialmente Rembrandt, y nunca llegó a convertirse en un impresionista. A lo largo de su carrera retrató a la gente común, tanto ucraniana como rusa, aunque en sus últimos años también representó en sus obras a miembros de la élite del Imperio Ruso, la intelligentsia, la aristocracia y al propio zar Nicolás II.
Los Itinerantes

En 1878 Repin se unió a la Sociedad de Exposiciones Artísticas Itinerantes, generalmente conocida como los Itinerantes (Peredvízhniki), que en la época en la que Repin llegó a la, por entonces, capital rusa se rebelaron contra el formalismo de la Academia. La fama le llegó a Repin con su pintura Los sirgadores del Volga, una obra que denuncia de un modo impactante el duro sino de esas personas. Desde 1882 vivió en San Petersburgo, realizando frecuentes visitas a su tierra natal ucraniana y ocasionales viajes al extranjero.
Poco antes del asesinato del zar Alejandro II en 1881, Repin empezó a pintar una serie de cuadros relacionados con el movimiento revolucionario ruso: Negativa a confesarse, Arresto de un propagandista, El encuentro de los revolucionarios y No lo esperaban, siendo esta última su obra maestra sobre este tema. En ella se representa la sorpresa de una familia ante la vuelta al hogar de uno de sus miembros, exiliado político.

Su obra Procesión de Pascua en la región de Kursk es con frecuencia considerada un arquetipo del estilo nacional ruso, mostrando diversas clases sociales y las tensiones entre ellas, dentro del contexto de la práctica de una tradición religiosa y unidas en un avance lento pero continuo.

En 1885 Repin terminó una de sus pinturas de mayor intensidad psicológica: Iván el Terrible y su hijo. Este óleo muestra a un horrorizado Iván que abraza a su hijo agonizante, a quien acaba de golpear y herir mortalmente en un acceso de furia. La mirada de espanto de Iván contrasta profundamente con la serena expresión de su hijo.

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