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Lun, Sep

LOS GENIOS : LOS ECOS DE UNA TROMPADA

LOS GENIOS : LOS ECOS DE UNA TROMPADA

Literatura
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Jaime Bayly ha vuelto por sus fueros publicando una novela que entretiene y atrapa nuestra atención con una historia en la que las pasiones, incluso las pulsiones más atávicas gobiernan la conducta humana.

Nadie puede eximirse de actuar obnubilado por emociones incontrolables y algunas de estas reacciones nos retratan de cuerpo entero. En Los genios (Galaxia Gutenberg, 2023) Bayly logra transmutar un hecho anecdótico (el puñetazo que Vargas Llosa, cegado por los celos, le propinó a García Márquez en 1976) en el leit motiv de su novela, en la escena recurrente que contiene muchas claves de la ruptura de la amistad que protagonizaron estos dos gigantes de las letras hispanoamericanas. Por su contundente simbolismo este altercado ha sido considerado el episodio que puso fin a la vigencia del boom literario latinoamericano.
Ambos genios literarios son tratados con irreverencia y descritos con rasgos satíricos que los muestran como seres humanos de carne y hueso. A Vargas Llosa le toca la peor parte de las diatribas, se le presenta como un rencoroso crónico que no tiene piedad con su padre al que maltrata con desprecio casi hasta el final de su vida, un amante celotípico, un ególatra monstruoso mientras que a García Márquez como un nefelibata elegido de los dioses. No obstante este trato implacable, no percibimos una animadversión personal sino un tardío ajuste de cuentas. Un parricidio simbólico con el escritor que mayor influencia ha ejercido en su vocación y en la carrera literaria de varios de sus compañeros de generación.
Bayly es uno de los herederos del boom y durante buena parte de su carrera estuvo bajo la influencia del autor de La ciudad y los perros, de quien aprendió que el primer deber del escritor es dominar el lenguaje y las técnicas literarias, y utilizarlas dosificadamente, no por el mero afán de lucimiento, como fuegos pirotécnicos. En Los genios la forma y el fondo hacen una unidad indisoluble y la técnica de la in media res que utiliza en el comienzo de la novela y el final anticlimático – técnicas aprendidas en la lectura de las obras de Vargas Llosa, eximio arquitecto de las formas novelísticas- capturan al lector y mantienen el suspense haciendo los giros narrativos oportunos y necesarios.

El final anticlimático añade un nivel reflexivo a Los genios y contrapesa el retrato caricaturesco que presenta a Vargas Llosa como un intolerante que resuelve las diferencias por la vía de los hechos. Cuando la novela parecía culminar con una estructura circular en la que se repite en el capítulo final el episodio del puñetazo que Vargas Llosa le propinó a Gabriel García Márquez (“Esto es por lo que le hiciste a Patricia”, le dijo al verlo derrumbado en el suelo), el autor hace un giro sorpresivo. El breve capítulo final narra la entrevista que Vargas Llosas concedió al periodista español Joaquín Soler Serrano, director y conductor del programa A fondo de la TVE, cinco semanas después del altercado:
-¿Y seguiréis siendo amigos, o eso no se sabe?
-Pues eso no se sabe nunca-dijo el genio Vargas Llosa-La amistad, como todo, es tan relativa, ¿no?

 

El libro de Jaime Bayly se lee de un tirón. La solvencia narrativa de Los genios no solo es producto de la intuición creadora, sino del arduo trabajo de investigación libresca y de campo para “mentir con conocimiento de causa”. Bayly ya había demostrado sus dotes de narrador en No se lo digas a nadie ( ) y en Los últimos días de la prensa ( ), dos de sus novelas que lo catapultaron en la década de los años noventa a la escena literaria latinoamericana por su buen pulso narrativo, su prosa eficaz y su estilo desenfadado. También contribuyeron a su notoriedad mediática los escándalos por revelar en sus novelas detalles escabrosos de su vida propia y de la ajena. Pero, en su última novela se muestra como un escritor maduro que no solo se complace en las miserias y debilidades de la condición humana. También explora en la búsqueda de nuevas formas expresivas sin caer en la tentación del facilismo.
El contexto político y social de la época también añadía más razones para el estallido de la enemistad. No se podía mantener la neutralidad, la doble moral o la simple indiferencia frente a álgidas cuestiones como la revolución cubana, la primavera de Praga, la ocupación de Checoeslovaquia}. ¿Cuán viable era la amistad entre ambos escritores que tenían un ego elefantiásico? Más aún cuando se considera que, salvo la absorbente vocación literaria, las diferencias de carácter, de actitud, de visión y hasta en los métodos de trabajo los hacía incompatibles. “La vanidad es el principal defecto del escritor”, opinó en una oportunidad el poeta y ensayista Hans Magnus Enzensberger. No hay duda que la vanidad de dimensiones elefantiásicas jugó sus cartas en la bronca de los genios.
Bayly logra convertir un arrebato en un gesto con alto contenido simbólico. Aun ahora, 47 años después de registrado, gracias a la novela de Jaime Bayly podemos percibir los ecos de esa trompada.

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