¡QUÉ MUJERES!
EL preguntaba, como si lo que estaba inquiriendo fuera un acertijo, cuál, para nosotros, era la mejor comida que habíamos probado en nuestras vidas. “La piurana”, respondimos enseguida. Frío, nos dijo este hombre. Un amigo nuestro de ochenta años bien llevados y de una clarividencia envidiable.